Ser escritora hoy día es una opción que, a pesar de no ser fácil, goza de respeto e incluso de admiración.
La mujer, hoy día, en pleno siglo XXI, disfruta de una serie de libertades que eran impensables hace 200 años. De hecho, ser escritora de novela romántica, y escritora en general, en una sociedad en la que la mujer estaba en un segundo plano en prácticamente cualquier ámbito de la vida, era considerado incluso denigrante.
Curiosamente algunas de las mejores escritoras de todos los tiempos pertenecen al siglo XIX. Y pesar de que en su día no pudieron degustar el éxito que su talento, años después, les ha regalado, no dudaron en utilizar sus propias artimañas como firmar sus obras con nombres falsos incluso, con el fin de salvaguardar su identidad y su reputación. Y todo ello para dedicarse a lo que más amaban: escribir.
El papel de la mujer en el siglo XIX
Ser un ciudadano de segunda, simplemente por el hecho de ser mujer, no era una situación nada fácil. En el siglo XIX, el papel de la mujer estaba perfectamente definido: debía ocuparse de la familia y de las tareas propias del hogar y no había sitio para la escritura, ni siquiera como una mera afición. De hecho, los datos apuntan a que en el año 1870, tan solo el 9,6% de las mujeres sabían leer y escribir, un hecho que refleja la difícil situación y el restringido acceso a la educación que tenía la mujer en esa época.
Era tal el sentimiento de culpa e incluso el temor, que muchas de las escritoras cuyos títulos, hoy día, ocupan las estanterías de bibliotecas y librerías de todo el mundo, escondían sus escritos por el miedo o la vergüenza que sentían ante el hecho de que se descubriera su secreto.
Jane Austen, por ejemplo, mantenía todos sus escritos escondidos en una habitación, y Funny Burney llegó incluso a quemar todos sus textos como una forma de autocastigarse. Las propias hermanas Brontë recurrieron a seudónimos masculinos para publicar sus obras: Currer Bell, Ellis Bell y Acton Bell.
Otro de los obstáculos que encontraban las mujeres escritoras del siglo XIX era el rechazo de las editoriales. De algún modo, quizá por el estilo o la forma en la que estaban escritas sus novelas, parecían reflejar que era una mujer quién había hecho tal trabajo.
Así ocurrió con el trabajo de las hermanas Bronte. Incluso cuando alguna de ellas intentó enviar sus escritos a algún hombre para conocer su opinión, surgía el rechazo. Fue el caso de Charlotte Brontë quién mandó uno de sus manuscritos al poeta Robert Southey quién respondió con un rotundo: “La literatura no es un asunto de mujeres y no debería serlo nunca”
La propia Virginia Woolf reflejaba el sentimiento que esta situación le causaba a través de sus reveladoras palabras: “Pasará mucho tiempo antes de que una mujer pueda sentarse a escribir sin que surja un fantasma que deba ser asesinado”.
La mujer escritora de novela romántica en el siglo XX
Afortunadamente, el siglo XX supuso una evolución para la mujer. Comienzan las primeras rebeliones y la mujer se opone a seguir interpretando el papel de madre y ama de casa perfecta. Un reflejo de este cambio puede observarse en obras como por ejemplo Madame Bovary, en la que se muestra una protagonista más real y menos idealizada.
Los movimientos feministas comienzan a extenderse a finales del siglo XIX y principios del siglo XX. Esto permite a las mujeres comenzar una lucha incansable por adquirir más derechos y por tanto más libertades, entre otras cosas, para que las autoras femeninas no tuvieran que esconderse.
En Inglaterra cabe destacar como figuras más reivindicativas a escritoras como Mary Shelley o Virginia Woolf. En España también se produjo un movimiento muy notorio en pro de la mujer de la mano de Rosalía de Castro o Emilia Pardo Bazán.
Hoy día, el esfuerzo, los miedos e incluso la ilusión con la que cada una de las escritoras del siglo XIX escribieron sus textos, ha obtenido el reconocimiento que merecían. Las obras de Jane Austen son ya todo un clásico del género romántico que aún hoy siguen estando entre los títulos más vendidos de todo el mundo, la poesía de Emily Dickinson está considerada como una de las más importantes de la historia de la literatura.
A pesar de su tardío reconocimiento, las escritoras y poetas del siglo XIX son hoy todo un referente, no solo por el innegable valor de sus obras sino por simbolizar la lucha por los ideales y el amor por la literatura a pesar de la oposición con la que vivieron durante toda su vida. Una razón más para amar la novela romántica histórica y darle la importancia que se merece en la actualidades.
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